cielo heredado de Avi

tu cadencia azul
que sabe el misterio del tiempo
despliega mis grietas
anima
sus alas.

Leonid Afremov

donde los ojos no alcanzan

y el follaje se presiente
con la yema de los dedos

la vida crece indefinidamente
excede

la finitud de este jardín
                           
(que besa intenso)

la osadía por tocar.

Claudine de Faÿ

en la humedad inicial
donde recuesto mi Lengua

acaso roce tus labios

en las horas de rocío
cuando destella el dolor
sobre los pétalos
algo acaricia el poema:

esas gotitas
que tiemblan
lo imposible de absorber

Osvaldo Quintana

Hubiera querido gritar
que vi el amor y el dolor juntos
Que ayer otro chico
no pudo encontrar un pretexto
algo que lo recibiera y lo invitara a quedarse
Que el mundo que estamos haciendo
no hace Lugar

Hay un océano de miradas jóvenes
con las palmas hacia arriba
y aún lo veo

interpelándonos

Pescado Rabioso

una palabra celeste

ya se humedece los pies

para cruzar esta lluvia

va a nacer arco iris
de una sonrisa

que espera

descalza

grieta en el sol

como la grieta del sol
que en el ruido no se ve
una piel se abre en la sombra
para contarte del frío

y se parece al silencio
que apenas hiende el espacio

cuando quisiera decir

Moni Giachino

el agua no evapora las grietas del jardín
ni el tallo se desnuda de la sed
hay huellas que respiran el murmullo
de tibias hojas blancas

pasajeros de lo incierto
hay ojos que se buscan
y no saben
cuan pronto bajarían la mirada
al ver su desnudez
frente a otro rostro

el suelo está repleto de caídas
resbala nuestro cuerpo
frágil